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miércoles, 15 de febrero de 2012

El Gran Capitan





Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar (Montilla, (Casa de Aguilar), de septiembre de 1453 – Loja (Granada), de diciembre de 1515) fue un noble, político y militar español, duque de Santángelo, Terranova, Andría, Montalto y Sessa, llamado por su excelencia en el arte de la guerra el Gran Capitán.

Siendo niño fue incorporado al servicio de Enrique IV de Castilla como paje y, a la muerte de éste, pasó al séquito de la princesa Isabel. Fiel a la causa isabelina, inició la carrera militar que le correspondía a un segundón de la nobleza en la Guerra Civil Castellana y en la de Granada, donde sobresalió como soldado (sitio de Tájara y conquista de Illora), espía y negociador, se hizo cargo de las últimas negociaciones con el monarca nazarí Boabdil para la rendición de la ciudad. En recompensa por sus destacados servicios, recibió una encomienda de la Orden de Santiago, el señorío de Orjiva y determinadas rentas sobre la producción de seda granadina, lo cual contribuyó a engrandecer su fortuna.

En 1495 fue requerido para una nueva empresa militar de sus soberanos, la intervención en la península Italiana. Desembarcó en Calabria al mando de un reducido ejército para enfrentarse a las tropas francesas que habían ocupado el reino de Nápoles, sobre el que Fernando de Aragón tenía aspiraciones. Maniobrando con gran habilidad y tras varios éxitos entre los que se incluyen la larga marcha a la fortaleza de Alella (1496) que le permitió llegar oportunamente a combatir y que culminaron con la derrota y expulsión de los franceses, regresó a España en 1498, donde sus triunfos le valieron el sobrenombre de Gran Capitán y el título de Duque de Santángelo. En 1500 fue enviado a Italia por segunda vez con el encargo de aplicar, por parte española, el Tratado de Chambord-Granada (1500) que implicaba el reparto del reino de Nápoles entre los Reyes Católicos y Luis XII de Francia. Desde el principio se produjeron roces entre españoles y franceses por el reparto de Nápoles, que desembocaron en la reapertura de las hostilidades. La superioridad numérica francesa obligó a Fernández de Córdoba a utilizar su genio como estratega, concentrándose en la defensa de plazas fuertes a la espera de refuerzos.

El Gran Capitán derrotó en la batalla de Ceriñola al ejército mandado por el duque de Nemours, que murió en el combate (1503), y se apoderó de todo el reino. Mando Luis XII un nuevo ejército, que fue igualmente vencido a orillas del Garellano (1504), y los franceses hubieron de rendir a la plaza fuerte de Gaeta y dejar libre el campo a los españoles. Terminada la guerra, Fernández de Córdoba gobernó como virrey en Nápoles durante cuatro años, con toda la autoridad de un soberano; pero, muerta ya Isabel, se hizo el Rey eco de los envidiosos del general y, temeroso de que se hiciese independiente, le quitó el mando, aunque no está demostrado que le pidiese cuentas; sin embargo, Gonzalo, para justificar que lo que se decía de él no era cierto, presentó unas cuentas (se conservan en el archivo de Simancas) con tal detalle, que han quedado como ejemplo de meticulosidad en la lengua popular. Si es cierto, en cambio, que no cumplió a tan ilustre caudillo los ofrecimientos que le había hecho, pese a sus deseos de volver a Italia. Gonzalo, entonces, se retiró a Loja, donde murió en 1515.

El Gran Capitán fue un genio militar excepcionalmente dotado que por primera vez manejó combinadamente la infantería, la caballería y la artillería. Supo mover hábilmente a sus tropas y llevar al enemigo al terreno que había elegido como más favorable. Revolucionó la técnica militar mediante la reorganización de la infantería en coronelías (embrión de los futuros tercios). Idolatrado por sus soldados y admirado por todos, tuvo en su popularidad su mayor enemigo.

Aunque puede que no sea más que una leyenda, se cuenta que el rey Fernando el Católico pidió a don Gonzalo cuentas de en qué había gastado el dinero de su reino. Esto habría sido visto por éste como un insulto. De la respuesta hay varias versiones, la más común diría:

Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados.

Cierta la anécdota o no, la expresión las cuentas del Gran Capitán han quedado como frase hecha para una relación poco pormenorizada, en la que los elementos que la integran parecen exagerados, o para una explicación pedida por algo a la que no se tiene derecho.







El Gran Traidor Hispano





El Conde Don Julián es el nombre del gobernador de Ceuta que ayudo a los invasores moros a entrar en Hispania, acabando así con el gran reino visigodo.

Se trataba del gobernador visigodo de Septem (la actual ciudad de Ceuta), que ya por aquellos entonces estaba en manos hispanas, cuya caída en manos moras en torno al año 709 d. C. le haría cambiar de lealtades, obedeciendo a partir de ese momento al moro Musa ibn Nusair y permitiendo el paso de los ejércitos moros que arrasaron España a sangre y fuego e impusieron el Islam a base de una intensa represión sobre la población hispana.

Sus barcos ayudaron a cruzar el estrecho a las fuerzas invasoras dirigidas por Táriq ibn Ziyad y sus tropas a que vencerían al ejército visigodo en la batalla de Guadalete.

Otra grandisima ayuda para los moros fueron los judios del norte de Africa, quienes apoyados por los judios que residian clandestinamente en Hispania, apoyaron financieramente las seguidas invasiones que sufrio esta tierra y que acabaron con los nativos refugiados en el frio norte, y los invasores campando a sus anchas por España.

Lo que el Conde Julian hizo por quellos dias supuso el fin de la Hispania Visigoda, el fin de la España medieval, gracias a esta traicion los moros pudieron invadir España, imponer sus costumbres, sus leyes y lo que mas buscaban, imponer su religion.

Las Bardenas Reales





Las Bardenas Reales son un paraje natural semidesértico que se extiende por el sureste de Navarra (España).

Sus suelos son de arcillas, yesos y areniscas y han sido erosionados por el agua y el viento creando formas sorprendentes en las que destacan los barrancos, las mesetas de estructura tabular y los cerros solitarios, llamados cabezos.

Los abundantes yacimientos arqueológicos encontrados dentro del territorio bardenero confirman la presencia humana en la Edad del Bronce y del Hierro. Las condiciones extremas de las Bardenas no han permitido que sus asentimientos prehistóricos hayan cuajado en núcleos poblacionales.

La colonización romana, que tuvo al valle del Ebro como uno de los ejes principales de comunicación, integró a las Bardenas dentro de su administración.

Las Bardenas se convirtieron en límite entre los reinos cristianos del norte y los invasores moros.

Las Bardenas carecen de núcleos urbanos, su vegetación es muy escasa y las múltiples corrientes de agua que surcan el territorio tienen un caudal marcadamente irregular, permaneciendo secos la mayor parte del año.

Las Bardenas Reales, antigua posesión real, no forman parte de ningún término municipal y son propiedad de la Comunidad Foral de Navarra. Veintidós municipios y entidades (los "congozantes") forman la Comunidad de Bardenas Reales, una entidad de Derecho Público encargada del aprovechamiento del paraje.

En la actualidad, la mayor parte de las Bardenas Reales se encuentran protegidas mediante la figura de un parque natural de 39.274 hectareas desde el año 1999.

Anteriormente, en 1986, dos parajes de las Bardenas, el Rincón del Bú y la Caídas de la Negra, habían sido declaradas reservas naturales. Desde el 7 de noviembre de 2000 el conjunto fue declarado Reserva de la Biosfera.

Parque Nacional de Monfragüe





El Parque Nacional de Monfragüe es uno de los 14 Parques Nacionales que existen en España. Se encuentra enclavado en la provincia de Cáceres, y es el primer parque nacional de Extremadura.

El nombre proviene del nombre dado por los romanos como mons fragorum (monte denso).

Monfragüe se sitúa al suroeste de la península Ibérica, y pertenece en su totalidad a la provincia de Cáceres. Su superficie se extiende por los municipios de Casas de Miravete, Jaraicejo, Malpartida de Plasencia, Serradilla, Serrejón, Toril y Torrejón el Rubio. en la provincia de Cáceres. También cuenta con Reserva de la Biosfera, con otros 7 municipios: Casas de Millán, Casatejada, Deleitosa, Higuera de Albalat, Mirabel, Romangordo y Saucedilla.

Predominan tres hábitats principales: elBosque y matorral mediterráneo, las dehesas, los roquedos y las masas de agua (ríos y embalses).

sábado, 11 de febrero de 2012

En la mente de un Gitano Rumano





Cuando empezó a valorarse a la inmigración rumana como problema, en 2001, los sociólogos y psicólogos se sorprendieron de que en el código de comportamiento de los romanís el robar, estafar, violar, matar o realizar cualquier tipo de exacción a gentes exteriores a su comunidad, no era considerado por ellos como algo reprobable, sino considerado como “normal”.

Así pues, en su estructura mental, lo más normal para un romaní es hacer justo lo que han venido a hacer: los podemos ver mendigando con sus recién nacidos, los podemos ver entrando en comercios y realizando pequeños robos, los podemos ver usando y abusando de nuestra hospitalidad y los podemos ver, como lo hemos visto infinitas veces, juzgados por todo tipo de barbaridades como asesinatos a sangre fria y violaciones, etc., todo ello como las cosas más naturales del mundo, aun cuando eran perfectamente conscientes de que causaban extraordinarios perjuicios a sus vecinos.

El problema era que les importaba un pepino. Simplemente, todo lo que rebasa las dimensiones de su grupo étnico les trae al fresco.

Es posible que con “educación” lograran rectificar las conductas de estos animales.
En Rumanía se opina justo lo contrario –y algo deben entender sobre la materia-: la etnia romaní es absolutamente inintegrable.

En Rumanía, durante el comunismo y en los primeros años de democracia, se les intentó integrar con un resultado cero. Ahora se facilita su salida del país por todos los medios.

lunes, 6 de febrero de 2012

El Decreto de la Alhambra



El Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada fue un decreto editado en la Alhambra (edificio de la ciudad de Granada, Andalucía, España) el 31 de marzo de 1492 por los reyes recién llamados Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, en el cual se obliga a todos los judíos de la península Ibérica a convertirse al catolicismo o ser expulsados, con término el 31 de julio de 1492. Por motivos logísticos se extendió este plazo hasta el 2 de agosto a las doce de la noche.

Como expresa Rodolfo Piuggross en La España que conquistó al Nuevo Mundo (México, B. Costa-Amic, 1961), una de las causas de esta expulsión sería el profundo resentimiento surgido en la invasión de la península Ibérica por los árabes en el año 711, quienes fueron apoyados y financiados por los judíos habitantes de la península Ibérica.

Las estimaciones de la cifra total de judíos que salieron de España son muy dispares, pero abarcan desde los 50.000 a los 200.000 individuos. En Aragón la población hebrea era poco abundante, por lo que la pérdida demográfica supuso unos 10.000 o 20.000 habitantes. Por el contrario en Castilla eran numerosos en lo que es hoy Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía y Murcia.

La mayoría de los judíos desterrados fueron a parar a Portugal o Navarra, de donde años más tarde también sería expulsados; la minoría restante marchó a Flandes, norte de África, Italia y territorios mediterráneos del Imperio otomano.

La expulsión se produjo dentro de una tendencia muy establecida en Europa. Desde el siglo XIII al XVI, fueron muchos los países europeos que explulsaron a sus judíos. España en 1492 se encuentra en medio de una serie de 15 explusiones, siendo precedida por Inglaterra, Francia, Alemania y muchos otros, y fué sucedida por al menos cinco explusiones más. Así que España no constituye una excepción a lo que ha sido una trágica historia de la vida de los judíos entre los pueblos cristianos.

lunes, 2 de enero de 2012

Perros de Guerra





Durante la conquista de América, los perros eran un arma más a utilizar contra los soldados del Imperio Azteca.

Al parecer, en el nuevo mundo solo se conocían unos perros pequeños y regordetes, poco agresivos y que por lo tanto no imponían. Los españoles se llevaron con ellos, embarcados, a unos perros enormes que usaban tanto para olfatear y evitar emboscadas como para atacar a los enemigos.

Aunque se les conocía como alanos de manera genérica, seguramente aquellos perros eran una mezcla de mastínes españoles y dogos alemanes.

Algún cronista de la época relata que estos perros eran más temidos que los caballos e incluso que las armas de los españoles.

En las Antillas, se hizo famoso uno llamado Becerrillo, que según parece era enormemente fiero. Se le daba doble ración de comida y su dueño recibía un sueldo por cuidar del perro.

Vasco Núñez de Balboa también tuvo como compañero de batalla un can famoso conocido como Leoncillo. Su amo cobraba una soldada de ballestero por los servicios del perro en la batalla.

Algunos llevavan puestas armaduras, confeccionadas específicamente para ellos.
Hay museos donde aún se conservan armaduras de perro utilizadas en la época del descubrimiento de América.

En lo que hoy dia conocemos como Uruguay, habia vastos territorios dominado por jaurias de perros salvajes que se escaparon o se perdieron durante las numerosas expediciones, Hubo hasta campañas militares para limpiar los campos de estas bandas caninas.