¿Se siente usted orgulloso/a de España y su herencia histórica?
¿Que época de la historia de España le interesa mas?
domingo, 14 de febrero de 2010
YA ESTAN AQUI
Nadie medianamente despierto y mínimamente informado está autorizado a ignorar a estas alturas que el imparable y acelerado avance musulmán en España es la manifestación de un proceso de islamización en curso, que ya no puede engañar a nadie ni pasar por desapercibido al más despistado.
No estamos ante un fenómeno demográfico temporal y reversible de carácter económico y laboral: una inmigración de mano de obra extranjera hacia un país desarrollado en una fase de crecimiento, etc… (Por cierto España va camino a marchas forzadas hacia las realidades socioeconómicas del Tercer Mundo, y en cuanto al crecimiento, eso hay que buscarlo en el pasado, pues en el futuro no nos espera más que retroceso en todos los campos).
Resulta evidente que la presencia de un millón/millón y medio de musulmanes en España (¿quién sabe exactamente cuantos hay en realidad?) al día de hoy no resulta de la contratación en origen de una fuerza de trabajo necesaria a nuestra economía y solicitada por nuestro mercado laboral; no estamos ante la aplicación de una política diseñada a la medida de nuestros intereses y objetivos nacionales, ni de la concreción de algún acuerdo bilateral entre el gobierno del país receptor y aquellos de los países emisores de esta migración masiva.
No estamos trayendo trabajadores a España para arreglarnos la casa, se nos están colando intrusos para quedarse con ella. En efecto, se trata de una invasión en toda regla, una empresa de conquista, una colonización poblacional, una expansión territorial de una cultura enemiga que desborda su marco geográfico histórico, alentada por la debilidad de un vecino rico y reblandecido, aparentemente idiotizado y ciertamente incapaz de poner freno al empuje de una fuerza adversa.
Definitivamente, no hay afinidad posible entre el español y el moro. Ni la hay ni la puede haber, pues la rivalidad es demasiado marcada, la diferencia de temperamentos es excesiva: nos separa un abismo moral y espiritual insalvable.
Entre el español y el moro existe una hostilidad profundamente arraigada que limita fatalmente el campo de nuestras relaciones comunes a un conflicto latente, cíclico, inevitable. Entre ellos y nosotros no hubo ni podrá haber nunca unión, cooperación, amistad, sino desconfianza, rechazo y enemistad.
El peligro que nos viene de ese lado no es, por lo tanto, el de una improbable fusión con ese elemento indeseable y nocivo, sino la realidad de una invasión en curso, una colonización avanzada que busca la suplantación de los españoles y la dominación musulmana en la recobrada Al-Ándalus.
La mal llamada inmigración ha traído a suelo español a millones de extranjeros de pueblos no europeos, una oleada masiva, salvaje, sin control, generadora de muchos problemas y de escasos beneficios para nosotros.
Sobre esto ya no hace falta insistir, sería como repetir una y otra vez que el mar es salado. Para mayor información basta salir a la calle con los ojos abiertos.
El grupo más perjudicial para nuestros intereses, más peligroso para nuestra seguridad, más hostil hacia nuestra identidad y más agresivo hacia nuestros valores es el compuesto por elementos de cultura y religión musulmanas, sobre todo los ahora llamados magrebíes, pero también por cada día mayores contingentes llegados de otras comarcas del orbe islámico, árabes de distintas procedencias, paquistaníes, mahometanos del África negra y cien etnias más: un conglomerado conflictivo y dañino que nunca hubieramos debido dejar instalarse en nuestro país, al que llevarán a la catástrofe mucho antes de lo que la mayoría de los españoles se imaginan.
La colonización musulmana es una bomba de relojería con el minutero en marcha.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario