Los moros, antes de dar comienzo al combate contra el Rey Don Pelayo en la cueva de Covadonga, enviaron de embajador a un moro llamado Opas para ver si con buenas razones lograba convencer al Rey Pelayo para que desistiese de la lucha, haciéndole a dicho fin grandes y halagadoras promesas.
El obispo Sebastián de Salamanca, en su Cronica, pone en labios de Opas, dirigiéndose a Don Pelayo, las siguientes palabras :
-"Hermano: estoy seguro que trabajas inútilmente. ¿Qué resistencia has de oponer en esta cueva, cuando toda España y sus ejércitos unidos, no pudieron resistir el ímpetu de los ismaelitas?. Escucha un consejo: retírate a gozar de los muchos bienes, que fueron tuyos, en paz con los árabes como hacen los demás."
A esto contestó don Pelayo:
-"No quiero amistad con los moros, ni sujetarme a su imperio invasor; porque, ¿no sabes tú que la Iglesia de Dios se compara a la luna, que estando eclipsada vuelve a su plenitud? Confiamos, pues, en la misericordia de Dios, que de este monte que ves saldrá la salud a España. Tú y tus hermanos determinasteis entregar a esas gentes (los moros) el reino de los visigodos; pero nosotros, teniendo por abogado ante Dios Padre a nuestro Señor Jesucristo, despreciamos a esa multitud de paganos, en cuyo nombre vienes, y por la intercesión de la Madre de Dios, que es Madre de misericordia, creemos que esta reducida gente de 105 godos ha de crecer y aumentar tanto como semillas salen de un pequeñísimo grano de mostaza."
1 comentario:
Oppas era un obispa que llevaban los moros con ellos, y se lo pusieron a Pelayo porque creia que como representante de la iglesia lo podria convencer de que dejara las armas
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